Los que vayan buscando consuelo en unas cuantas fórmulas milagrosas que les acerquen a la diosa fortuna de un plumazo, decididamente se han equivocado de sitio. Sin duda, en la red, proliferan centenares de propuestas que harán las delicias de los más incautos; fabulosos prodigios de la tecnología de vanguardia diseñados para que cualquier pequeño inversor pueda nadar en la abundancia, previo pago de una ridícula cantidad de dinero. ¡...Quien sabe! Quizá ellos son más sabios. Quizá forman parte de alguna extraña ONG dedicada a hacer la vida más agradable a los sufridos inversores.
Si está convencido de que esto es posible, no pierda el tiempo con nosotros. Busque en Internet la llave de sus sueños; la encontrará. En cualquier caso, querido lector, le prevengo; grabe férreamente en su memoria la siguiente frase de Alexander Elder:
El mercado no es su madre. Consiste en hombres curtidos y mujeres que buscan el modo de separarle a usted de su dinero, en vez de derramar leche calientita en su boca.
Nos hemos permitido añadirla al breviario que figura en la página principal de esta web para procurar no olvidarla nunca.
Durante estas vacaciones de Semana Santa, se han recibido varios correos de lectores complacidos con los últimos artículos sobre indicadores. Algunos, nos animaban a centrarnos en la publicación de nuevos sistemas. A los primeros nuestro más profundo agradecimiento. A los segundos, una confesión sincera: No se publican más sistemas porque todos los ya desarrollados están actualmente en fase de
incubadora y, a día de hoy, los resultados no son ni mucho menos concluyentes. Es más, en lugar de publicar nuevos sistemas, nos estamos planteando la posibilidad de retirar alguno que no acaba de satisfacer las expectativas iniciales.
El desarrollo de un sistema, por muy simple que en apariencia sea su diseño, es el resultado de un largo proceso de investigación; de un tedioso tanteo heurístico entre lo que parece plausible y lo que realmente funciona. No es cosa de cuatro días y lanzarnos a una carrera de diseño sacrificaría la calidad en beneficio de lo indeterminado. Sabemos que toda precipitación será, más pronto que tarde, fuente de pérdidas. El mercado es siempre implacable con nuestros errores.
Bien, dicho esto, volvamos al tema que nos ocupa. En mi opinión, podemos resumir las miserias más frecuentes del trading sistemático en el siguiente decálogo de cosas que no funcionan:
(1) Los sistemas de caso único. No existe un sistema ganador de manera consistente en el tiempo. Los sistemas que triunfan, e incluso se emplean de forma rutinaria por las grandes instituciones son, por lo general, sencillas estrategias (del tipo de los short-term volatility breakout, que tanto gustan a los americanos) aplicadas simultáneamente en docenas de mercados con diferentes grados de correlación. Asumamos, pues, como regla general que ningún sistema, por muy buenos resultados que prometa, será de manera unívoca una vía hacia la riqueza. Tarde o temprano guiñará el ojo. Tarde o temprano incurrirá en un enorme drawdown que no estaba previsto en las pruebas de backtesting. En algún momento el escurridizo mercado encontrará la manera de burlarse de él (y de nosotros, claro).
(2) Los sistemas basados en un único indicador. No existen indicadores milagrosos. Los mercados tienen dos modos de operativa imposibles de modelizar con un solo constructo y desde el mismo time frame: Fases de lateralidad que se alternan, siguiendo quizá algún insondable arcano, con momentos de fuerte tendencia. En las primaras se suele perder siempre, en las segundas se gana a veces.
(3) Los sistemas muy complejos. La vorágine de una multitud obsesionada con ganar dinero y, al mismo tiempo, aterrorizada por las posibles pérdidas, se fundamenta en principios de psicología social muy simples. En consecuencia, las reglas de la operativa deberán ser también simples pero robustas. Quienes llevamos algunos años en esto, estamos cansados de observar auténticas bellezas matemáticas que se comportan mucho peor que la envidiable tosquedad intuitiva de los tratantes de ganado. Por cierto: ¿Conocen ustedes alguna mente científicamente prodigiosa que sea rica gracias a la bolsa? ¿Sabían que hasta el propio Isaac Newton estuvo al borde de la ruina debido a sus nefastas inversiones?
(4) Algunas estrategias de gestión monetaria son muy eficaces, otras le llevarán directo a la ruina. Un sistema malo no mejora aplicando una buena estrategia monetaria, simplemente pierde más despacio. Sin embargo, un buen sistema puede arruinarnos aplicando indebidamente algunos algoritmos de gestión, como el popular “Optimal F”.
(5) Sobreoptimización. Es el estigma maldito de los sistemas mediocres. Si una estrategia, en apariencia razonable, no es capaz de salir a flote en las primeras pruebas de backtesting, no se empeñe en sacarle lustre mediante una optimización intensiva; dedique su tiempo a mejorar las reglas. Algunos autores recomiendan “desoptimizar” los sistemas para someterlos a las condiciones cambiantes del mercado. Sin ir tan lejos, les propongo un sencillo ejercicio: Cojan un sistema. ¿Les gusta optimizar? ¡vale!. Una vez encontrados los valores mágicos, aplíquese en un time frame unos minutos por encima y unos minutos por debajo. Si el sistema pierde ostensiblemente o necesita parámetros muy distintos, hagan “clic” con el botón derecho del ratón y arrástrenlo suavemente hacia la papelera.
(6) Martingala. El diccionario de la RAE dice: “Artificio o astucia para engañar a alguien, o para otro fin”. Bueno, pues el “martingale” es igual, solo que consiste en un método estupendo para engañarnos a nosotros mismos. Doblar el tamaño de nuestra apuesta para compensar pérdidas es el camino más rápido hacia la ruina, salvo que se disponga de unos recursos económicos potencialmente infinitos. Pero “promediar a la baja” es, en el fondo, una estrategia “semimartingale”; evitémosla siempre. Numerosos estudios sobre gestión de carteras ponen de manifiesto que la mejor alternativa es siempre deshacerse de los valores en perdidas y emplear el dinero resultante en reforzar las posiciones ganadoras.
(7) Stops. Siempre para salir a tiempo de posiciones perdedoras y, en contadas ocasiones, para recoger beneficios. Se pierde mucho más precipitando la recogida de beneficios que ajustando debidamente los stops de pérdidas. Tampoco es bueno ceñir en exceso los stops. En general, la regla del 2% será suficiente para preservar nuestra esperanza de vida en los mercados: Nunca debemos arriesgar más de un 2% en cada operación, incluyendo comisiones y deslizamientos.
(8) Un buen sistema funciona igual con mucho dinero que con poco dinero. Se trata de un brindis al sol de la inteligencia sobre el músculo económico. Entrañable, sí, pero tremendamente erróneo. Supongamos que dispone de un pequeño capital (pongamos 30.000€). Esta cantidad le dejará pocas opciones: (a) Invierto en un fondo estructurado y me dejo de problemas; (b) sigo adelante con mi sistema aplicando la regla del 2%, lo que me dará, en la mayoría de los casos (dependiendo del DD máximo), la posibilidad de operar con uno o dos contratos; (c) tengo alma de jugador y fuerzo la máquina hasta el 10%-15% por operación. A poco que reflexione, querido lector, se dará cuenta de que la primera opción es la más recomendable. La segunda alternativa, a penas le permitirá diversificar, con lo que un prolongado drawdown no tendrá el debido contrapeso en otros mercados o estrategias. ¿La tercera opción? Que quiere que le diga: “Game Over”. Fin de la partida. Algunos sistemas, léase por ejemplo la obra Ultimate Trading Guide (John R. Hill et. all., Willey, 2000) simples, pero eficientes, como el “Volatility Based Open Range Breakout” (diseñado por Larry Williams) son empleados de manera rutinaria por grandes fondos de inversión que manejan cientos de millones de dólares y que, en consecuencia, pueden permitirse aplicarlo de manera simultanea en decenas de mercados y con múltiples configuraciones. Así sí se gana. De cualquier manera, no se desanime. Si dispone de una suma algo más abultada, complemente su cartera discrecional de valores con una pequeña guinda de sistemas automáticos. ¿Digamos en una proporción 70%-30%? Tal vez por esas lindes se mueve lo razonable.
(9) Nunca se salga del juego. Los sistemas están para seguirlos. Una vez aceptado que el trading sistemático le conviene, no intente superarse a sí mismo. No pare el sistema cuando, a su juicio, realice operaciones incorrectas. Deje que las reglas de la operativa sigan su curso. Y, por supuesto, no optimice el sistema cada poco tiempo porque pierda. Sólo conseguirá añadir sal a la herida.
(10) No enrede con un sistema estadísticamente ganador. Incorporar más complejidad a lo que, de por sí, es razonablemente bueno sólo conseguirá empeorar su estrategia. Si tiene vocación innovadora, estupendo: Diseñe algo nuevo y sométalo a todas las perrerías que se le ocurran; que, a buen seguro, al mercado se le ocurrirán muchas más.
>> Corolario: Si no conoce a fondo un sistema no lo use; las cajas negras están muy bien en los aviones. Bastante aleatoriedad acarrea ya el mercado como para añadir, por su cuenta y riesgo, otro nuevo grado de indeterminación.
Andrés A. García.