En el primer artículo de esta serie decíamos que la operativa en corto responde a un enfoque estratégico según el cual, mediante la venta de valores en préstamo, los inversores que disponen de información de calidad ajustarían la sobrevaloración de algunas empresas a sus expectativas reales. Mientras que la operativa basada en el Short Squeeze sigue un enfoque táctico, oportunista y cortoplacista. En esta nueva entrega desarrollaremos algunos modelos cuantitativos para analizar viabilidad de ambos enfoques.
Numerosos estudios académicos ponen
de manifiesto que los activos con altos niveles de interés en corto tienen una
elevada probabilidad de experimentar retornos por debajo de la media del
mercado. Esto es debido a que dichas empresas están sobrevaloradas o, peor aún,
tienen un serio riesgo de acabar en bancarrota en el medio o largo plazo, según
ratios estandarizados y ampliamente establecidos como el Z-Score de Altman. De
igual modo, los activos con muy bajos niveles de posicionamiento en corto
suelen mostrar retornos anualizados superiores a sus índices de referencia.
Para verificar estas afirmaciones
procedemos a construir y evaluar dos modelos de cartera con la excelente
aplicación Portfolio123. Este potente
software de análisis financiero permite realizar backtets bastante
realistas a una amplia variedad de estrategias inversoras, en cuya construcción
podremos combinar tanto ratios empresariales como indicadores técnicos.
Tomamos como universo una muestra
amplia del mercado estadounidense representada por las acciones del Russell
3000, excepto aquellas muy poco líquidas o con precios inferiores a $1 (o sea las
penny stocks) y evaluamos la cartera en una ventana de 10 años
(2011-2021).
Los parámetros más relevantes del modelo son:
Las reglas de entrada y salida son:
Los resultados que obtenemos muestran claramente la superioridad del índice general respecto al modelo, poniendo de manifiesto que las empresas con mayores porcentajes de posiciones cortas tienen un comportamiento muy inferior a la media del mercado:
Esta situación se mantiene incluso si realizamos la simulación para diferentes niveles de capitalización:
Seguidamente evaluamos una
cartera compuesta por las empresas del Russell 3000 con menos posiciones en
corto y que, además, tienen una situación saneada que las aleja de la banca
rota en un horizonte de un año. Para la primera condición fijaremos el
porcentaje de acciones en corto sobre el total de acciones en circulación en el
2%. Umbral que diversos estudios académicos consideran seguro. Para la segunda,
exigiremos que el valor del Z-Score de Altman sea superior a 4. Por lo demás,
los parámetros generales del modelo son análogos a los de la cartera HSS.
Sobre el Z-Score de Altman, decir
que es una métrica desarrollada por el profesor E. Altman en 1967 y muy seguida
por los analistas financieros. Permite determinar el riesgo de que una empresa
esté avocada a la quiebra considerando estos cinco factores; rentabilidad,
apalancamiento, liquidez, solvencia y nivel de actividad. Valores por debajo de
1,8 son indicativos de peligro, mientas que valores por encima de 3 denotan una
buena salud de la empresa.
Las reglas de entrada y salida del modelo LSS son:
Y los resultados, como podemos ver, dejan patente que esta sencilla estrategia de selección de activos consigue arañar alpha al mercado de manera consistente. Por tanto, consideramos probada la afirmación de que los activos con menor porcentaje de posiciones cortas tienden a tener un rendimiento futuro mejor.
Un retorno anualizado del 20,62% es una auténtica barbaridad ya que nos dará, al comparar el modelo con su benckmark, un alpha anualizado del 6,98%. Pero lo más reseñable es la estabilidad del retorno ya que solo existe un año con pérdidas y en 8 de los 10 años se consigue generar exceso de retorno respecto del índice:
Por último, desarrollamos un sencillo
modelo para detectar y evaluar estrangulamientos de posiciones cortas en la
misma ventana temporal y universo de activos. Como ya vimos en el anterior
artículo, la dinámica de un short squeeze genera fuertes movimientos
expansivos en los precios, puntuales y muy acotados en el tiempo, que van
acompañados de un elevado incremento del volumen. Por ello, debemos bajar la frecuencia de
rebalanceos a semanas o días, reducir el número máximo de posiciones para no
dispersar el capital de manera improductiva e incluir alguna regla que detecte
volúmenes anormalmente altos.
Esto tiene dos efectos
colaterales que conviene sopesar; menor diversificación, que afectará
negativamente a la estabilidad del portfolio, y menor beneficio medio por
operación (BMO), que aumentará el impacto de los gastos de operativa.
Modificamos los siguientes parámetros del modelo:
Con estas reglas básicamente lo
que queremos es construir un ranking dinámico actualizado diariamente de
empresas con un elevadísimo porcentaje de acciones en corto (Buy2) que además
haya aumentado durante los últimos 3 meses (Buy3) y con un volumen reciente
(promedio de las últimas 10 sesiones) al menos 2 veces superior al volumen
medio anual (Buy4).
Estos son los resultados de la simulación:
Si nos atenemos solo al retorno
anualizado, el resultado es espectacular (46,91%). Sin embargo, salta a la
vista que se trata de una estrategia muy arriesgada y errática; con un DD
(-54,19%) muy superior al del índice de referencia y un trazado de la curva de
beneficios que evidencia una concentración del retorno en muy pocas
operaciones. Pero, en fin, esto es lo que cabía esperar de un modelo de cartera
de tipo táctico y oportunista.
Podemos dar un paso más y construir un portfolio híbrido combinando los modelos LSS y SSS cuya correlación no es muy alta (0,44).
Realizamos esta simulación con la herramienta “Simulated Books” de Portfolio123 que permite combinar varias estrategias asignándoles distintas ponderaciones y criterios de rebalanceo. Los parámetros de nuestra simulación son:
Estos son los resultados:
Como vemos, se obtiene una
cartera combinada con una curva de beneficios más regular, un elevado retorno
anualizado (35,74%) y un DD (-32,25%) inferior al del índice, lo que conduce a
un ratio de Sharpe bastante atractivo (1,41).
Con estos modelos, de cuyas limitaciones hablaremos a continuación, hemos corroborado las dos afirmaciones de la comunidad académica:
Así mismo, confirmamos que es
posible diseñar estrategias Basadas en reglas cuantitativas para capturar la
anomalía del short squeeze. Si bien, debido a la baja frecuencia de
estos movimientos bruscos de precios y a que son de naturaleza errática, los
portfolios de este tipo son meramente tácticos y no tienen capacidad para
generar un flujo de retorno de manera regular en el tiempo, ya que el
porcentaje de grandes estrangulamientos, incluso en un universo tan vasto como
las empresas del Russell 3000, es realmente pequeño.
También hay que señalar que toda herramienta de backtest, por muy bien diseñada que esté, nunca nos ofrece una evaluación totalmente realista del modelo de cartera. Siempre estarán presentes algunos sesgos con los que es difícil lidiar:
¿Se pueden minimizar estos sesgos? En gran medida sí, pero no del todo. Aunque seamos extremadamente cuidadosos, construyendo una muralla china entre los datos empleados para elaborar la estrategia (In-Sample) y los datos de validación (Out-Sample), lo cual indudablemente es necesario, siempre acabaremos filtrando en la estrategia información del futuro. Durante el proceso de construcción tenderemos a seleccionar, de forma involuntaria o deliberada, aquellas reglas y parámetros que intuimos que funcionarán mejor: Sencillamente, nos cuesta desprendernos de lo que ya sabemos.
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Andrés A. García.