Todo lo que se sale de la normalidad también es normal; sólo hay que situarlo en el marco temporal adecuado. A menudo hemos insistido en la importancia de obtener sistemas o carteras con curvas de beneficio suaves, sacrificando si fuese preciso parte de su pendiente. Sin embargo, esto no siempre es posible. Y, en muchos casos, observamos una alta dependencia a un conjunto, casi marginal, de buenas y malas operaciones.
Hace unos días cayó en mis manos el excelente artículo de Javier Estrada "Black Swans and Market Timing: How Not To Generate Alpha" (IESE Business School, 2008) que demuestra como los retornos anuales obtenidos en los grandes mercados, incluso en plazos muy largos, son extremadamente sensibles a un reducidísimo número de sesiones atípicamente alcistas o bajistas. Por ejemplo -comenta este autor- tras analizar 160.000 retornos diarios en los 15 mercados internacionales más líquidos (una media de 42 años por mercado) que si eliminásemos las 10 mejores sesiones (que representan, en promedio, tan solo un 0,1% de los días analizados) obtendríamos un retorno 50,8% inferior al de una estrategia pasiva, mientras que si fuese posible suprimir las 10 peores sesiones, nuestro resultado sería un 150,4% superior. El hecho de que un conjunto tan pequeño de datos produzca variaciones tan extremas invalida, por si mismo, algunos presupuestos fundamentales de la mal llamada "moderna" teoría de carteras y obliga a revisar la viabilidad de numerosas estrategias basadas en el market timing.
Nassim Taleb (The Black Swan. The Impact of the Highly Improbable. Random House, 2007) define el "cisne negro" como un suceso altamente improbable caracterizado por:
a) Su inherente impredecibilidad: Ningún dato o conjunto de datos pasados sirve para anticipar su ocurrencia y amplitud.
b) Tiene un impacto extremo: Se aleja varias desviaciones de la normalidad.
c) Explicación post hoc: Cualquier interpretación del suceso sólo puede ser formulada a posteriori.
Por otra parte, si entendemos el market timing como aquella estrategia inversora que trata de predecir el momento adecuado para posicionarse al alza o a la baja en los mercados, estaremos cayendo en la falacia del "cisne negro", y hay una autentica montaña de evidencias que lo demuestran. Ahora bien, ¿sería viable lo que yo denomino un estrategia de "cisne blanco"? Invertir de manera preferente en aquellos instrumentos (fondos, mercados, sistemas) que muestren, en históricos muy largos y de calidad, una menor sensibilidad a estos datos extremos.
Como la mayor parte de los usuarios de esta web están interesados por la operativa sistemática, voy a ilustrar este planteamiento con dos sistemas de mi propia cosecha que creo representan muy bien estos dos extremos; cisne blanco - cisne negro.
Se trata de un típico sistema intradiario, aplicado en TF de 10 min. al futuro del IBEX35. Sus estadísticas son:
Es una prueba de backtest a la que se han aplicado unas comisiones de 7,5 € por operación y un deslizamiento medio de 2 ticks. (Peso que encuentro algo insuficiente para este mercado, pero aquí no vamos a entrar en ello).
Su curva de beneficios muestra este aspecto:
Ahora, la cuestión clave es determinar la sensibilidad de esta estrategia ante las diez mejores y perores sesiones de todos estos años. Si analizamos el retorno en base diaria, esta es la distribución que obtenemos:
No existen largas colas y los retornos aparecen bastante agrupados, lo que ya nos indica que este sistema tiene una baja sensibilidad a sesiones extremas. En general, esta suele ser una pauta relativamente común en los modelos intradiarios de alta frecuencia operativa y pequeños TFs.
La suma de las 10 mejores operaciones es de 32.091 euros y el total de las 10 peores -18.207 euros. Por tanto, su impacto es bastante moderado: 14,6% y 8,3% respectivamente.
¿Con un sistema así podemos permitirnos el lujo de cerrarlo todo e ir de vacaciones, cuando nos apetezca, veinte días o un mes a un balneario suizo para someter nuestros castigados cerebros a un formateo a bajo nivel, y si esto no fuese posible, al menos a un tratamiento anti-estrés? En otras palabras, si nos perdemos al azar un porcentaje de, digamos, el 10% de las sesiones, ¿deberíamos estar preocupados? Pienso que no. Cuando la distribución de operaciones está muy agrupada en torno a la media, entonces todo resulta más previsible (y, hasta cierto punto, confortable).
Con todo, estos sistemas de alta frecuencia operativa y bajo beneficio medio por operación (BMO) también tienen un problema inherente: Son mucho más sensibles a cambios bruscos en la configuración de los mercados (por ejemplo, variaciones extremas de la volatilidad intradiaria), ineficiencias en los sistemas tecnológicos de soporte, por no hablar ya de la escurridiza y siempre controvertida evaluación del slippage medio.
Ahora abordamos una metodología muy distinta: Estrategia tipo swing, tendencial y de largo recorrido. Como sabrán, todos los sistemas seguidores de tendencia que no cierran posiciones en intradía, se caracterizan por tener un porcentaje relativamente bajo de aciertos (20%-40%) que se compensa con un elevado ratio P/L (normalmente mayor de 5). En otras palabras, estamos asumiendo rachas largas de pequeñas pérdidas en la esperanza de poder capturar los movimientos mayores del mercado. Como mis lectores sabrán, este tipo de sistemas me gustan menos, por los tres siguientes motivos:
- Las medias e indicadores que utilizan medias en su construcción (de hecho, la mayoría) son un instrumento perfecto para incurrir en el pecado capital de la sobreoptimización.
- Todas las medias siempre tiene retardo. Y ¡Ojo! Porque las mal llamadas "ZeroLag", también.
- Dejar posiciones abiertas produce un riesgo over-nigth inescapable (obviamente no se puede contrarrestar con ningún tipo de stop) e imposible de evaluar (salvo por aproximaciones estadísticas). Con todo, esta práctica, es muy válida para grandes cuentas y en el contexto de carteras muy diversificadas.
La metodología de esta estrategia (de la que ahora no procede dar mas detalles) nos servirá para ilustrar en peso de las "largas colas" en la distribución de operaciones.
Este es el aspecto que ofrece su curva de beneficios:
En esta ocasión, la estrategia ha sido aplicada al FDAX (2001-2009), en TF de 20 min., siendo sus estadísticos básicos:
Igual que en el caso anterior, vamos representar su distribución de resultados y luego calcularemos la sensibilidad de la estrategia a situaciones extremas del tipo "Black Swan".
En este caso, las 10 mejores operaciones suman ¡¡206.773 euros!! O sea, un ¡¡91,7%!! del beneficio está contenido en estos diez intervalos mágicos. Por el contrario, la suma de las 10 peores operaciones tan sólo asciende a -28.461 euros (12,6%). Los modelos basados en cortar pérdidas de manera expeditiva y dejar correr los beneficios tienen estas cosas... Queda claro, pues, que con un sistema como éste no nos podemos permitir el lujo de perder ni una sola operación, por lo que tendremos que tragarnos imperturbables largas rachas de pérdidas en la esperanza de que, quizá la próxima, o la siguiente... sea una de esas operaciones que compensaran con creces nuestra larga y tensa espera.
Por favor, no interpreten que desprecio esta metodología, pues tiene también sus ventajas: Al disponer de un BMO más alto y de una cadencia operativa muy pequeña, su exposición a las ineficiencias tecnológicas y slippage es mucho menor. Por ejemplo, si un día hay un cuelgue de varias horas en la recepción de datos (harto improbable, aunque ¡ojo! con algunos proveedores) o se bloquea nuestro flamante ordenador o falla la conexión ADSL... o lo que sea, normalmente no ocurrirá nada, pues una o dos horas de apagón en una cadencia media operativa de 12 días es poca cosa. Con el slippage ocurre lo mismo; mucha menor sensibilidad.
En cualquier caso, y desde la óptica de una gestión monetaria eficiente, a poco que reflexionemos, resultarán más atractivas las credenciales del cisne blanco que las del cisne negro. Salvo claro, en el caso de disponer de profundos bolsillos insensibles a estas bagatelas.
Mi consejo es que en cuentas modestas -no me gusta poner límites, pero, en fin, por decir una cifra; 70.000-200.000 euros (con menos, la verdad, ni siquiera recomiendo operativa sistemática)- y siempre desde la óptica de carteras diversificadas (nunca de sistemas aislados), optemos por la filosofía del cisne blanco: Cuanta menor sensibilidad a operaciones extremas, mejor.
Andrés A. García.
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